EL
SER HUMANO Y SUS CAPACIDADES
El mundo está lleno de personas que han llegado
arriba aparentemente de la nada. “¿De dónde ha venido ése?”, se oye con
frecuencia. “Menuda suerte ha tenido el tío”, se escucha en otras ocasiones.
Pero si tú eres uno de esos que murmuran estas cosas, haz un esfuerzo por salir
de tu miopía, de tu cinismo, de tu envidia o de tu indolencia, y trata de
conocer un poco mejor a ese “afortunado”. Si lo haces, observarás en nueve de
cada diez de ellos un destello de luz en los ojos y una energía interior que tú
no posees o que has desdeñado en algún momento de tu vida hasta apagarlos del
todo. Ese pequeño porcentaje de personas aparentemente de éxito en este mundo,
¿cómo han llegado arriba? Los hay que nacen ricos.
Los hay que suben por
astucia y maldad. Después, los hay que llegan por los otros dos caminos que nos
quedan: el de los afortunados y el de los honestamente entregados.
Si nos encargasen realizar
un estudio y publicar un reparto porcentual de estas cuatro categorías de personas
de éxito, creo que el reparto correcto sería el siguiente:
Los nacido ricos 1%
Los astutos y/o malos 10%
Los afortunados 1%
Los honestamente
entregados 88%
Siempre va a haber ricos,
astutos, malos y afortunados, pero siempre serán una minoría entre las personas
de éxito en este mundo, por muy desconfiados y cínicos que algunos quieran
ponerse ante esta aseveración. Es precisamente la desconfianza y cinismo de
estas personas lo que les coloca bien en otra columna aparte reservada para los
fracasados o bien en el apartado de arriba de los astutos y/o malos.
La naturaleza desborda
belleza. Nos quedamos admirados ante los cambios estacionales; ante la hermosa
fuerza de las tormentas, de los vientos o de las nieves; ante la armonía de la
perfección física, biológica y ecológica de la naturaleza. Como seres humanos
formamos parte de este designio. Nuestras acciones y reacciones forman una
parte ineludible de la naturaleza de las cosas. Si nos quedamos tan admirados
ante la belleza de la naturaleza, ¿por qué no hemos de quedarnos igualmente
maravillados ante el aspecto tal vez más insólito de toda esta sinfonía: el ser
humano y sus capacidades?
El trabajo es la mejor vía
por la que el hombre, el mayor ejemplo de la grandeza de la naturaleza, puede
realizarse y consagrar su lugar en este mundo. Y así como la naturaleza física
nos impresiona, es igualmente impresionante e incluso más el producto final del
optimismo humano.
Richard Vaughan
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